8 septiembre, 2016

El Amor como Oportunidad para Crecer

El amor y las relaciones de pareja representan intereses y preocupaciones distintas para cada individuo, según su personalidad, situación y medio ambiente. No hay un único enfoque que resuelva de manera universal las cuestiones sentimentales de todos.

El amor debería hacernos crecer como personas; debería revitalizarnos y ayudarnos a desplegar todo nuestro potencial. Esta es la premisa básica. Pero, como sugiere el refrán, “el amor es ciego”, y suele ocurrir que cuando alguien se enamora, pierde la capacidad de verse a sí mismo objetivamente.

La pregunta es: ¿Esta persona me inspira a enfocarme en mis estudios o me distrae de ellos? ¿La relación me incentiva a avanzar en mis actividades de desarrollo personal, a ser un mejor amigo de mis camaradas, a ser un buen hijo? ¿Mi pareja me anima a lograr mis metas futuras y me permite trabajar en pos de esos objetivos? ¿O es el foco de mi atención que eclipsa todo lo demás y termina siendo más importante que mis actividades personales, mis amigos, mi familia, y mis propias metas?

 

Si en nombre del vínculo uno olvida lo que debería estar haciendo en este momento, sus propósitos y sueños, esa relación no es buena para ninguno de los dos. Ustedes son afortunados de poder entonar Nam-myoho-renge-kyo. Cuando enfrenten alguna situación difícil hagan daimoku con seriedad, verán que superarán sus aflicciones casi sin darse cuenta, de manera natural. En general, uno toma conciencia  de que ha transformado algo cuando observa su vida retrospectivamente.

 

En un amor sano, ambas partes se alientan mutuamente a concretar sus objetivos individuales, y cada uno nutre los sueños y las esperanzas del otro. El amor debe ser un ímpetu positivo y una fuerza que nos empuje a vivir con valentía y fortaleza.

 

Referencia: Conversaciones sobre la juventud, publicado en japonés en marzo de 1999.

 

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