Blog / Puente De Paz / 16 junio, 2017

La arrogancia

¿Eres de las personas que te desesperas porque la gente te alabe?

¿Te la pasas hablando y hablando de tus logros y éxitos?

¿Siempre quieres controlar todo y a todos?

¿Te alegras del fracaso y te molesta el éxito de los demás?

¿No acepta las críticas?   ¿Te cuesta pedir perdón?

 

Estas son algunas características de las personas soberbias, las cuales te ayudarán a analizar si estás transitando ese camino o si para nada, el tema tiene que ver contigo.

 

La palabra arrogancia proviene del latín arrogantia, arrogancia es la cualidad de arrogante. Este adjetivo (arrogante), por su parte, refiere a alguien altanero o soberbio.

 

Puede considerarse la arrogancia como un defecto de la personalidad. El individuo arrogante siente un orgullo excesivo sobre su persona y exige un reconocimiento desmedido, creyéndose con derecho a tener privilegios que, en realidad, no tiene ni le corresponden.1

 

La arrogancia es vivir uno mismo creyéndose mejor que los demás. Una persona orgullosa, soberbia y arrogante, es aquella que tiene demasiada autoestima y desprecia a los demás. Se jacta, inclusive de características que no tiene. Casi siempre, son personas que poseen un alto cargo en su trabajo, gozan de una economía abundante y se les olvida que la vida les ha llevado a obtener todo eso, piensan que lo lograron por si solos y creen que no hay nadie superior a ellos.2

 

Desde el punto de vista de los Diez Estados3 que explica el budismo, el estado de vida de una persona arrogante corresponde a la Ira. Las personas arrogantes viven motivadas por el deseo perverso de ser mejores que cualquiera, a toda costa, y se sienten superiores a todos.

 

En cuanto al estado de ira, el gran maestro T’ien-t’ai escribió en el Maka Shikan (Gran concentración e introspección): Ya que la mente de la persona en estado de ira, desea en todo momento, ser superior a los demás, y no puede soportar ser inferior a nadie, menosprecia y rebaja a los otros mientras se elogia a sí misma, tal como un milano sube a las alturas y desde allí cree ser más grande que el resto de las cosas. Exteriormente, la gente así muestra benevolencia, rectitud, disciplina, sabiduría y fe, y cultiva una disposición hacia el pequeño bien. Todo esto, mientras pone en práctica la forma de ser de asura.4

 

Al referirse a las personas arrogantes, el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda dice. “Las personas arrogantes viven controladas por el deseo de medirse con los demás y salir vencedoras en la pugna. No pueden emprender la contienda espiritual de triunfar sobre sí mismos, y sobre sus propias miserias.

 

Por eso su condición de vida no experimenta ninguna mejoría. Cuanto más conspiran y traman para eclipsar a los demás, más desciende cuesta abajo, su propio estado de vida.5

 

Las personas arrogantes siempre están planificando acciones dudosas; dedican mucho tiempo, por ejemplo, a contar las mentiras más inesperadas, a divulgar por todos lados sus supuestas virtudes.  Pero, al fin y al cabo, sus esfuerzos no les sirven de nada. Estos seres humanos no logran transformar su condición de infierno. Y junto con ellas, caen igualmente todos los que han seguido en sus complots y engaños.

 

Otra característica común de los arrogantes es la cobardía. Como viven llenos de soberbia, creen ser maravillosos. Nichiren Daishonin declaró que las personas arrogantes siempre tiemblan cuando están frente a un enemigo poderoso. Él escribió: “El hombre arrogante se deja invadir por el pánico cuando encuentra un enemigo poderoso, tal como el asura presuntuoso, que se encogió hasta esconderse en un loto que florecía en el lago Munetchi, cuando Taishaku lo amonestó”.6

 

El presidente Ikeda dice. “Cuando un auténtico devoto del Sutra del Loto aparece en escena, los arrogantes sienten temor de quedar en evidencia, de ser desenmascarados. Los aterroriza pensar que pueda caer su elaborada máscara de santidad, integridad y devoción piadosa a la fe. Por eso dirigen toda su hostilidad al devoto del Sutra del Loto y buscan destruirlo”.7

 

El mundo actual está lleno de personas arrogantes. Sin embargo, al final la justicia prevalece. Nichiren Daishonin lo dice claramente: “Los regentes y las personas que despreciaron a los devotos del Sutra del Loto, al principio, parecieron estar libres de retribución negativa. Pero, con el tiempo, todos se vieron condenados a caer”.8 El Daishonin está diciendo que las personas arrogantes, de corazón perverso, que desprecian a los creyentes y buscan destruir el kosen-rufu, con seguridad caerán en la ruina. Es más, estas palabras revelan toda su verdad cuando analizamos lo que les sucedió a las personas que intentaron destruir a la SGI.

 

Aseguremos el desarrollo eterno de la Paz Mundial practicando este budismo con determinación de librar una batalla terminante contra el mal.

 

1 Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey. Publicado: 2012. Actualizado: 2014.

2 Basado en el artículo de Christopher Barquero

3 Tras estudiar el Sutra del loto, el gran maestro T’ien-t’ai de la China (538-597) estableció la doctrina de los diez estados –también denominados diez mundos o diez reinos—, la cual consiste en un sistema de clasificación de la experiencia humana en diez categorías. Los diez estados son, desde el más bajo hasta el más elevado: 1) el estado de infierno, 2) hambre 3) animalidad, 4) ira, 5) humanidad, 6) éxtasis, 7) aprendizaje, 8) comprensión, 9) bodhisattva y 10) buda.

4 Gosho Zenshu, pág. 430

5 IKEDA, Daisaku, discurso pronunciado durante una reunión de representantes en conmemoración del Día de la SGI, 26 de enero, realizada en Shinjuku, Tokio, el 27 de enero de 1999.

6 Los principales escritos de Nichiren Daishonin, vol. 1, pág. 35.

7 IKEDA, Daisaku Ib.

8 Los principales escritos de Nichiren Daishonin, vol. 1, pág. 245.

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