Mantener la esperanza
¡Simplemente no puedo más, no tengo fuerzas, estoy cansado(a)!
Puede haber momentos en los que, enfrentando la cruda realidad, casi lleguemos a perder toda esperanza. Si no podemos sentir esperanza, es el momento de crear alguna. Podemos hacerlo excavando aún más profundamente en nuestro interior, buscando incluso un pequeño rayo de luz, la posibilidad de una forma de comenzar a atravesar la dificultad que tenemos ante nosotros. Y nuestra capacidad para la esperanza en realidad, puede ser ampliada y fortalecida por las circunstancias difíciles. La esperanza que no ha sido puesta a prueba no es más que un frágil sueño. La esperanza comienza a partir de este desafío, este esfuerzo por alcanzar un ideal, por distante que parezca.
El budismo enseña que el mismo poder que mueve el universo existe dentro de nuestras vidas. Cada individuo tiene un inmenso potencial de influir en la vida de los demás y transformar la sociedad. Cuando cambiamos nuestra determinación interior, todo comienza a moverse en una nueva dirección.
La esperanza, en este sentido, es una decisión. Cuando poseemos el tesoro de la esperanza, podemos manifestar nuestro potencial interior y nuestra fuerza. Una persona con esperanza siempre puede avanzar.
La esperanza es una llama que cultivamos en nuestros corazones. Puede ser provocada por otra persona – por las palabras de aliento de un amigo, familiar o mentor – pero debe ser avivada y seguir ardiendo a través de nuestra propia determinación. Lo más crucial es nuestra determinación a continuar creyendo en nuestras posibilidades ilimitadas, y las de los demás.
Fuente: SGI Quarterly, 2005.