¿Qué es la felicidad?
“En cierto sentido la vida es una sucesión de dificultades. Ninguna vida está libre de problemas. Pero la felicidad no es mera ausencia de sufrimiento”, explica el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, y agrega: La felicidad brilla en un estado de vida capaz de superar cualquier forma de dificultad o sufrimiento y transformarlo en alegría. Ese es un estado de realización genuina. Es la capacidad de avanzar continuamente, siempre creando valor sin jamás dejarse intimidar por las adversidades. El budismo nos permite alcanzar una vida mejor, una existencia de completa satisfacción mientras acumulamos el tesoro del corazón que durará para siempre”.
Tomemos como ejemplo una persona perezosa. Al pensar en felicidad, ella se imagina una situación ideal en la cual los problemas no existen y la vida es plenamente satisfactoria y tranquila. El hecho de buscar una situación que le sea favorable para evitar el esfuerzo, no indica que busca la felicidad sino la comodidad.
La felicidad existe en el esfuerzo, en la lucha por una vida mejor, en el empeño constante por mejorar y cambiar la realidad. Y el corazón sabe eso, aunque en pensamiento la persona no esté de acuerdo e imagine que la felicidad es como estar con “sombra y agua fresca”. El corazón conoce y opera siguiendo las leyes de la vida.
Si el perezoso decide no esforzarse es porque no desea ser feliz. Lo que tiene en su corazón, su real condición de vida, es la pereza. Siguiendo esa tendencia real, la pereza, sus actitudes; son sutilmente dirigidas para evitar el arduo trabajo y tomar caminos más fáciles. A pesar que desea la “felicidad”, su vida es moldeada según la realidad de un perezoso y no es una persona feliz. Al evitar el esfuerzo evita la felicidad. Por esa razón nada le sale bien. Para evitar el remordimiento, o la autorreflexión, se engaña y visualiza a sí mismo siendo feliz, pero sus acciones son comandadas por el corazón dominado por la pereza. ¿Será feliz en estas condiciones? Todo indica que no lo es.
El camino del cambio interior
La práctica del gongyo y del daimoku sirve para fortalecer el corazón. Al recitarlo todos los días fortalecemos el potencial para ser feliz.
Para manifestar ese potencial como algo concreto, debemos enfrentar las adversidades y desafiar los impedimentos, teniendo la revolución humana y el kosen-rufu (paz mundial) como el propósito de vida.
Aun recitando el gongyo y el daimoku, si evitamos los problemas y buscamos atajos para evitar el esfuerzo (chifeando), el sufrimiento continuará porque la felicidad no irá a aflorar desde dentro de la vida. El factor crucial es retar cada problema en el momento que se presenta.
No debemos esperar hasta que nuestra fe sea profunda y lo suficiente para… actuar. (BS n° 2335, 21 ene. 2017 p. B1).
Sin esperar por nada, rete los problemas que comprometen su día a día. Por ejemplo, si usted necesita levantarse más temprano, pues hágalo. Le dio pereza. ¡Rétese! ¿Necesita estudiar? ¡Estudie! Luche por todo lo que contribuya a su crecimiento como ser humano. Comience recitando el gongyo todos los días dos veces, sin fallar, haga abundante daimoku y esfuércese, actúe para resolver esos problemas.
El hecho de superar las adversidades, inspirado por la fe, manifestarán las virtudes de su buena fortuna, felicidad y sabiduría que acumuló con la práctica budista.
El segundo presidente de la Soka Gakkai, Sr. Josei Toda destacaba la importancia de sobrepasar cada dificultad con que nos encontráramos. Cada vez que vencemos una montaña de dificultades, fortalecemos dentro de nosotros la condición de vida del estado de Buda que nada será capaz de destruir. Es por enfrentar las dificultades que pulimos nuestra vida y edificamos una fe indestructible como el diamante. (Ibídem).
En Conclusión: La fe no es una cuestión de cómo usted aparenta ser ante los demás, sino cómo usted se comporta y lo que está haciendo. A largo plazo, nuestras determinaciones y acciones invisibles se manifestarán definitivamente como resultados visibles. Con el paso del tiempo, la verdadera naturaleza de una persona se revelará naturalmente. Una persona honesta siempre disfruta de una victoria suprema”. (BS n° 1229 12 jun. 1993, p. 5).
¿Quién realmente es? Sólo usted lo sabe. Si el corazón comanda todo, usted siempre estará controlando toda situación. Solo tiene que estar consciente de eso. Siempre ocurrirán situaciones. Si son buenas o malas va a depender de su corazón. Por eso, no debemos precipitarnos a juzgar los sucesos como desgracias. Para una persona interiormente débil, hasta los beneficios se tornan en dificultades. Los factores externos son simplemente manifestaciones de nuestro yo interno y nosotros escogemos si todo es positivo o negativo. En ese aspecto, el corazón controla lo externo.
Si su vida no le agrada es el momento de cambiar su corazón. Y la clave es recitar el daimoku y hacer el gongyo todos los días y retarse ante las circunstancias para avanzar continuamente, siempre creando valor sin jamás, dejarse intimidar por las adversidades” (TC n° 583, mar. 2017 p. 53).
Por lo tanto esfuércese, luche, resuelva lo que tenga que resolver y nunca descuide su práctica diaria, hasta el último instante de vida.