Flores de Panamá
“Flores de Panamá”
A mis queridos jóvenes de Panamá
La flor nacional de Panamá,
esa flor pura y hermosa se llama
Espíritu Santo;
ésta florece en los llanos y en los montes
brindando a todos los que la contemplan,
tranquilidad y paz.
¡Panamá!
¡Oh! Panamá
Mi tierra querida,
eres puente de unión
que enlaza el Norte y el Sur del Continente Americano,
que conecta los océanos del Este y el Oeste,
que une las civilizaciones Aztecas y Andinas.
Panamá, tierra de relevada importancia.
Ahora, más allá del tranquilo y silencioso horizonte de la mar,
que se expande a lo largo del Caribe, color esmeralda
el sol naciente
se desliza majestuosamente.
Miden más de mil metros las montañas de Chiriquí
amigos míos están allí, esforzándose.
El volcán del Barú.
Un pico mucho, mucho más elevado
es fiel testigo del esfuerzo que hacen ellos,
mis amigos.
¡Oh! Son cientos de miles de jóvenes
emprendedores
que se unen y reúnen llenos de alegría.
Sobre estas tierras
han de levantarse, uno a uno, los soldados de la ley
dando apertura del telón hacia un nuevo movimiento
del Kosen-rufu.
Diecinueve años han transcurrido desde que la
primera semilla brotó;
ese único retoño siguió creciendo
sin ser afectado por el sol ardiente ni las vicisitudes,
como la lluvia y el viento,
llegando a ser un pequeño jardín colmado de flores.
La filosofía que al hombre hace renacer
enraizóse en estas tierras tropicales de predominante verdor
con armonía,
con humanismo, ella floreció grandemente
dispersó su perfume de felicidad por las ciudades,
donde el agua abunda en este país de América Central.
¡Ah! Ese dieciocho de marzo de 1974
atraído por la oración de mis laudables amigos,
a pesar de que me dirigía a Brasil,
de repente el rumbo cambio
trayéndome a éstas tierras del Caribe;
así fue cómo yo pisé tierras panameñas.
¡Bienvenido!
¡Bienvenido!
En el aeropuerto hicieron eco estas voces
las voces y los hurras de miles de cientos de amigos;
en sus miradas sinceras y sus rostros radiantes
pude ver el brillo de la Ley Mística
palpitando en lo más profundo de sus corazones.
Mis amigos pioneros del Kosen-rufu Panameño
juraron
seguir construyendo el paraíso de la paz eterna
expandiendo más y más el jardín de las flores de felicidad.
Allí estaban ustedes, jóvenes, valerosos leones sucesores
aún pequeños en brazos de ellos, sus padres,
o bien de la mano de ellos.
Yo recé en ese entonces
para que ustedes los pioneros, enviados del futuro,
crezcan libremente
y lleguen a ser líderes valerosos del Kosen-rufu
siguiendo los pasos y sucediendo el sueño
tan acariciado por sus padres.
Transcurrido el tiempo, trece años después
crecieron esos niños del sol;
son ahora jóvenes leones
y se expandieron tanto en número como en sus campos de acciones
sin temerle a nada ni echarse para atrás;
así construyose la corriente para la creación de la era.
¡Oh! Aquí en este momento
los telones del escenario
de la segunda etapa del Kosen-rufu de Panamá
se levantaron;
su país,
así como los amigos del orbe,
esperando estaban el avance y el crecimiento de ustedes.
La humanidad está necesitando ahora
de un mundo unido,
de una tierra sin llamas de guerra y hambre,
sin recelos ni barreras nacionales
en los corazones de la gente.
Bajo las llamas bélicas
el planeta tierra donde el sollozo del pueblo no se acaba,
donde las armas humillan a todos por doquier
místicamente
vientos de paz soplan en estas tierras de Panamá.
Por lo que, a ustedes jóvenes con gran misión
a ustedes, quiero encargarles
la construcción de una fuerza pacífica basada en el Budismo
que sea indestructible y perdurable por toda la eternidad.
Ustedes, quienes sobre sus hombros llevarán
la sublime y honrosa responsabilidad
fórmense, cultívense, entrénense al máximo,
para que cada uno sea oro puro.
Puesto que, sin las alas de una creencia firme
hacia la cima del Kosen-rufu no podrán llegar,
tampoco atravesar los cielos de fuertes vientos.
Puesto que, sin la poderosa e inamovible
fuerza de voluntad,
la tranquilidad y la felicidad de las personas
no se las puede proteger
ni tampoco apaciguar las olas enloquecidas.
Puesto que, sin la profundización del estudio
de la filosofía budista
no podrán mantener encendida
la antorcha del ideal que lleva a la paz
alumbrando la oscuridad reinante en esta época.
Para lograr todo aquello
trabajemos hoy, con todas nuestras energías.
Formémonos, mañana con todas nuestras fuerzas.
Más aún tenemos que aprender tanto hoy
como mañana,
para permitir el crecimiento infinito,
fuerte, amplio y elevado
del espíritu joven y flexible
porque bien sabemos nosotros
que solo crecerán los retoños a base de esfuerzos.
Tu “Canal de la esperanza”
está adentro de tí mismo, en tu corazón.
Tu “Cauce de la felicidad”
está dentro de tí mismo;
nuestra práctica es la que abrirá
la profunda fuente acuosa, la verdaderamente profunda fuente.
¡Ay jóvenes!
como tolerantes personas
que albergan en su corazón el gran océano,
abracemos a nuestros amigos
y sigamos expandiendo aún más los lazos de la amistad.
Un proverbio latino dice
“El amigo es más fuerte que la ley”
este es el brillo de la sabiduría
que permite unir los corazones de la gente,
la de los alegres y jubilosos latinos.
¡Cuánto me gusta la palabra amistad!
En ella no existen límites nacionales.
En ella no se diferencian el color de la piel
es el corazón comparable al gran océano,
donde millares de personas se funden
para un mismo objetivo;
ella es precisamente, el emblema
de los ciudadanos del mundo.
Jóvenes
para todo aquello
mantengan consigo la ley segura que es la fe,
día a día, mañana y noche
y de esta manera
púlanse “a si mismos”.
Saben que la “unión es lo bueno y lo positivo
sepan que la “desunión” es lo malo y lo negativo.
La “armonía” es la madre de la alegría.
La “discordia” es la causa de la tristeza.
De amigo a amigo
de pueblo a pueblo
de hombre a hombre
todos compatriotas unidos con sólidos vínculos
prosigamos ilimitadamente nuestro avance jubiloso
por el jardín donde reina la armonía y la felicidad,
donde cuerpos diferentes se unen para una misma meta.
Valoramos la libertad de vivir
la libertad de decir la verdad,
por ello debemos ser personas capaces
de controlarnos y disciplinarnos.
Puede vivirse una juventud
dedicada solamente para sí mismo y para su propio placer,
también puede llevarse una vida cómoda y holgada.
No olvidemos
sin embargo, que los días desperdiciados
dominados por los deseos
equivaldrían a destruir con nuestras propias manos nuestro brillante futuro.
Nuestro maestro nos enseña:
“Es el corazón del valiente el
que abandona lo superficial y se ase a lo profundo”.
Ustedes, verdaderos héroes
que abandonaron el hoyo del pequeño yo, del egoísmo
y avanzan por el camino majestuoso del gran yo,
del altruísmo.
Como grandiosos puentes de paz
como dignos y valientes salvadores
levántense solos majestuosamente.
Balboa y Colón
apuntalaron sus sueños acariciados
en Panamá, estas tierras llenas de aventura.
La aventura es el otro nombre que se le da
a la creencia.
¡Vamos! Continuemos corriendo por nuestro propio camino
confiados en que la felicidad prometida
existe allende las dificultades
hasta el mismo instante en que lleguemos a la meta.
¡Ay! Ustedes han emergido de la tierra
con quienes tengo una estrecha relación mística.
Yo confío y estoy seguro
que sus tenaces esfuerzos como pioneros,
que su edificación del puente de la paz,
serán alabados por los Budas y los Dioses budistas
con coloridas flores;
Así como sus sucesores de la posteridad
habrán de conservar sus nombres en la historia del Kosen-rufu.
¡Vean!
En estos momentos el Mar Caribe
de áureo color se ha teñido
y las campanadas de partida suenan fuertes por doquier.
¡Vamos! Jóvenes
mis jóvenes amigos de mi querido Panamá.
Allá a lo lejos del mar
un arco iris con sus siete colores ha aparecido
el Continente de la esperanza bañado por el Caribe
y hete aquí, el mundo, así como el siglo venidero
está aguardando a que se embarquen valerosamente.
Daisaku Ikeda, Presidente de la SGI
20 de febrero de 1987
En la ciudad de Panamá.
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