21 enero, 2014

Flores de Panamá

“Flores de Panamá”

A mis queridos jóvenes de Panamá

 

 

La flor nacional de Panamá,

esa flor pura y hermosa se llama

Espíritu Santo;

ésta florece en los llanos y en los montes

brindando a todos los que la contemplan,

tranquilidad y paz.

 

¡Panamá!

¡Oh! Panamá

Mi tierra querida,

eres puente de unión

que enlaza el Norte y el Sur del Continente Americano,

que conecta los océanos del Este y el Oeste,

que une las civilizaciones Aztecas y Andinas.

Panamá, tierra de relevada importancia.

 

Ahora, más allá del tranquilo y silencioso  horizonte de la mar,

que se expande a lo largo del Caribe, color esmeralda

el sol naciente

se desliza majestuosamente.

 

Miden más de mil metros las montañas de Chiriquí

amigos míos están allí, esforzándose.

El volcán del Barú.

Un pico mucho, mucho más elevado

es fiel testigo del esfuerzo que hacen ellos,

mis amigos.

 

¡Oh! Son cientos de miles de jóvenes

emprendedores

que se unen y reúnen llenos de alegría.

 

Sobre estas tierras

han de levantarse, uno a uno, los soldados de la ley

dando apertura del telón hacia un nuevo movimiento

del Kosen-rufu.

Diecinueve años han transcurrido desde que la

primera semilla brotó;

ese único retoño siguió creciendo

sin ser afectado por el sol ardiente ni las vicisitudes,

como la lluvia y el viento,

llegando a ser un pequeño jardín colmado de flores.

 

La filosofía que al hombre hace renacer

enraizóse en estas tierras tropicales de predominante verdor

con armonía,

con humanismo, ella floreció grandemente

dispersó su perfume de felicidad por las ciudades,

donde el agua abunda en este país de América Central.

 

¡Ah! Ese dieciocho de marzo de 1974

atraído por la oración de mis laudables amigos,

a pesar de que me dirigía a Brasil,

de repente el rumbo cambio

trayéndome a éstas tierras del Caribe;

así fue cómo yo pisé tierras panameñas.

¡Bienvenido!

¡Bienvenido!

En el aeropuerto hicieron eco estas voces

las voces y los hurras de miles de cientos de amigos;

en sus miradas sinceras y sus rostros radiantes

pude ver el brillo de la Ley Mística

palpitando en lo más profundo de sus corazones.

 

Mis amigos pioneros del Kosen-rufu Panameño

juraron

seguir construyendo el paraíso de la paz eterna

expandiendo más y más el jardín de las flores                                                                      de felicidad.

Allí  estaban ustedes, jóvenes, valerosos leones sucesores

aún pequeños en brazos de ellos, sus padres,

o bien de la mano de ellos.

Yo recé en ese entonces

para que ustedes los pioneros, enviados del futuro,

crezcan libremente

y lleguen a ser líderes valerosos del Kosen-rufu

siguiendo los pasos y sucediendo el sueño

tan acariciado por sus padres.

 

Transcurrido el tiempo, trece años después

crecieron esos niños del sol;

son ahora jóvenes leones

y se expandieron tanto en número como en sus                                                         campos de acciones

sin temerle a nada ni echarse para atrás;

así construyose la corriente para la creación                                                                               de la era.

 

¡Oh! Aquí en este momento

los telones del escenario

de la segunda etapa del Kosen-rufu de Panamá

se levantaron;

su país,

así como los amigos del orbe,

esperando estaban el avance y el crecimiento de ustedes.

 

La humanidad está necesitando ahora

de un mundo unido,

de una tierra sin llamas de guerra y hambre,

sin recelos ni barreras nacionales

en los corazones de la gente.

 

Bajo las llamas bélicas

el planeta tierra donde el sollozo del pueblo                                                                          no se acaba,

donde las armas humillan a todos por doquier

místicamente

vientos de paz soplan en estas tierras de Panamá.

 

Por lo que, a ustedes jóvenes con gran misión

a ustedes, quiero encargarles

la construcción de una fuerza pacífica basada                                                                       en el Budismo

que sea indestructible y perdurable  por toda la eternidad.

 

Ustedes, quienes sobre sus hombros llevarán

la sublime y honrosa responsabilidad

fórmense, cultívense, entrénense al máximo,

para que cada uno sea oro puro.

 

Puesto que, sin las alas de una creencia firme

hacia la cima del Kosen-rufu no podrán llegar,

tampoco atravesar los cielos de fuertes vientos.

 

Puesto que, sin la poderosa e inamovible                                                        

fuerza de voluntad,

la tranquilidad y la felicidad de las personas

no se las puede proteger

ni tampoco apaciguar las olas enloquecidas.

Puesto que, sin la profundización del estudio

de la filosofía budista

no podrán mantener encendida

la antorcha del ideal que lleva a la paz

alumbrando la oscuridad reinante en esta época.

Para lograr todo aquello

trabajemos hoy, con todas nuestras energías.

Formémonos, mañana con todas nuestras fuerzas.

Más aún tenemos que aprender tanto hoy

como mañana,

para permitir el crecimiento infinito,

fuerte, amplio y elevado

del espíritu joven y flexible

porque bien sabemos nosotros

que solo crecerán los retoños a base de esfuerzos.

Tu “Canal de la esperanza”

está adentro de tí mismo, en tu corazón.

Tu “Cauce de la felicidad”

está dentro de tí mismo;

nuestra práctica es la que abrirá

la profunda fuente acuosa, la verdaderamente                                                                  profunda fuente.

 

¡Ay jóvenes!

como tolerantes personas

que albergan en su corazón el gran océano,

abracemos a nuestros amigos

y sigamos expandiendo aún más los lazos de la amistad.

 

Un proverbio latino dice

“El amigo es más fuerte que la ley”

este es el brillo de la sabiduría

que permite unir los corazones de la gente,

la de los alegres y jubilosos latinos.

¡Cuánto me gusta la palabra amistad!

En ella no existen límites nacionales.

En ella no se diferencian el color de la piel

es el corazón comparable al gran océano,

donde millares de personas se funden

para un mismo objetivo;

ella es precisamente, el emblema

de los ciudadanos del mundo.

 

Jóvenes

para todo aquello

mantengan consigo la ley segura que es la fe,

día a día, mañana y noche

y de esta manera

púlanse  “a si mismos”.

 

Saben que la “unión es lo bueno y lo positivo

sepan que la “desunión” es lo malo y lo negativo.

La “armonía” es la madre de la alegría.

La “discordia” es la causa de la tristeza.

De amigo a amigo

de pueblo a pueblo

de hombre a hombre

todos compatriotas unidos con sólidos vínculos

prosigamos ilimitadamente nuestro avance jubiloso

por el jardín donde reina la armonía y la felicidad,

donde cuerpos diferentes se unen para una misma meta.

 

Valoramos la libertad de vivir

la libertad de decir la verdad,

por ello debemos ser personas capaces

de controlarnos y disciplinarnos.

Puede vivirse una juventud

dedicada solamente para sí mismo y para su                                                                        propio placer,

también puede llevarse una vida cómoda y holgada.

No olvidemos

sin embargo, que los días desperdiciados                                                      

dominados por los deseos

equivaldrían a destruir con nuestras propias manos                                                        nuestro brillante futuro.

 

Nuestro maestro nos enseña:

“Es el corazón del valiente el

que abandona lo superficial y se ase a lo profundo”.

 

Ustedes, verdaderos héroes

que abandonaron el hoyo del pequeño yo,                                                                            del egoísmo

y avanzan por el camino majestuoso del gran yo,

 del altruísmo.

    

Como grandiosos puentes de paz

como dignos y valientes salvadores

levántense solos majestuosamente.

 

Balboa y Colón

apuntalaron sus sueños acariciados

en Panamá, estas tierras llenas de aventura.

La aventura es el otro nombre que se le da

a la creencia.

¡Vamos! Continuemos corriendo por nuestro                                                                       propio camino

confiados en que la felicidad prometida

existe allende las dificultades

hasta el mismo instante en que lleguemos a la meta.

 

¡Ay! Ustedes han emergido de la tierra

con quienes tengo una estrecha relación mística.

Yo confío y estoy seguro

que sus tenaces esfuerzos como pioneros,

que su edificación del puente de la paz,

serán alabados por los Budas y los Dioses budistas

con coloridas flores;

Así como sus sucesores de la posteridad

habrán de conservar sus nombres en la historia                                                                     del Kosen-rufu.

 

¡Vean!

En estos momentos el Mar Caribe

de áureo color se ha teñido

y las campanadas de partida suenan fuertes por doquier.

 

¡Vamos! Jóvenes

mis jóvenes amigos de mi querido Panamá.

 

Allá a lo lejos del mar

un arco iris con sus siete colores ha aparecido

el Continente de la esperanza bañado por el Caribe

y hete aquí, el mundo, así como el siglo venidero

está aguardando a que se embarquen valerosamente.

 

 

Daisaku Ikeda, Presidente de la SGI

20 de febrero de 1987

En la ciudad de Panamá.

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